Me encanta pasear por lugares de esos que te quitan el hipo, cuando la luz es más dorada y sientes esa sensación de que cada fotografía que tomas vale la pena. Eva y Gus ya estaban acostumbrados a nuestras cámaras, fue tremendamente fácil sacarlos naturales y con la química a la que nos tienen acostumbrados. A veces se nos olvida que estamos trabajando porque estamos en confianza, hablas de cómo fue la boda, disfrutas el paisaje, les prometes que esa será la ultima foto pero, sorpresa, todo te gusta tanto que siempre hay una más.